La negativa del KKE, y del PCM,
a firmar la declaración de Caracas en defensa del proceso revolucionario
venezolano, y en apoyo a una Jornada Internacional de Solidaridad con Venezuela
para el día 14 de julio, pone en evidencia las enormes contradicciones teóricas
en que se desenvuelven estos dos partidos, como expresión práctica de una
manera determinada de interpretar el marxismo-leninismo.
Esta
declaración de Caracas, suscrita en el contexto de la celebración del XV
Congreso del Partido Comunista de Venezuela, señala lo que hoy en día se revela
como el aspecto fundamental de la lucha de clases en Venezuela.
La agudización
extrema de ésta, a raíz de la implantación de una táctica insurreccional de las
fuerzas contrarrevolucionarias. En función de los intereses de los grandes
monopolios capitalistas -en especial los ligados a la industria de extracción-,
y la conjunción con los intereses de una fracción de la burguesía venezolana,
la derecha elabora un plan estratégico cuyo eje principal es crear las condiciones
sociales para propiciar una insurrección armada, que aliente y justifique una
intervención imperialista en Venezuela. A fin de realizar dichos planes la
derecha activa a los grupos fascistas, como Voluntad Popular, con la intención
de crear el caos en las calles de las ciudades y barrios de Venezuela, así como
disputar este espacio social vital a las fuerzas revolucionarias.
El objetivo
es crear una situación de absoluto caos, desorden y desesperación, que impida
la normalidad en las vidas de miles de venezolanos y, así, crear la
subjetividad de que el país va directo a una guerra civil si no hay, antes, una
intervención internacional que impida la hecatombe social y económica.
En
esas condiciones el fascismo, como expresión violenta directa de la confluencia
de intereses entre las grandes compañías capitalistas y la burguesía
venezolana, toma la iniciativa política y se sitúa como el elemento de
vanguardia en la confrontación social que se dirime en las calles de Venezuela.
En
esta situación es urgente y prioritario la solidaridad internacionalista del
movimiento obrero y comunista internacional. No pueden existir dudas a este
respecto.
La
declaración de Caracas hay que entenderla en esos términos políticos; la
gravedad del momento y la necesidad de articular un movimiento de solidaridad
activo hacia las fuerzas revolucionarias y populares ante la agresión y la
ofensiva fascista.
¿Qué
se deriva de la actitud del KKE y del PCM de no firmar dicha declaración?
Una
posición claramente sectaria. El análisis de la situación de Venezuela, las
perspectivas de ir trazando caminos que faciliten la articulación de las
fuerzas populares, exige por parte de las fuerzas marxistas-leninistas un
posicionamiento claramente antiimperialista, que facilite el proceso de acumulación
de fuerzas con sectores populares y obreros que no se definen comunistas. Este
proceso de acumulación de fuerzas antiimperialistas está en función del propio
desarrollo de la lucha de clases; la articulación de un frente
contrarrevolucionario donde los sectores fascistas han ganado en hegemonía y se
impone la táctica de la insurrección armada, plantea la necesidad de dos
factores interrelacionados que se imponen como determinantes en la táctica
revolucionaria: Por un lado, la articulación de las fuerzas populares, obreras,
campesinas e intelectuales en un amplio bloque social que haga frente a esa
ofensiva fascista a través de la iniciativa popular y la emersión activa de las
fuerzas revolucionarias en el escenario venezolano; teniendo como medio fundamental
la movilización popular permanente en las calles y barrios contra la amenaza
fascista. Por otro lado, y paralelamente, la introducción en clave de ofensiva,
de la organización de la clase obrera y los sectores populares más
concienciados para situar el socialismo, y el poder obrero y popular, como el
elemento ideológico fundamental en la lucha de clases. Sin la superación del
capitalismo dependiente y rentista será imposible la victoria de los sectores
revolucionarios y, por tanto, una salida que favorezca los intereses de la
inmensa mayoría social en Venezuela.
Esos
dos factores deben ser los ejes de la movilización popular antifascista en
Venezuela.
Toda
fuerza revolucionaria, al analizar una situación concreta debe tener bien claro
cuál es el elemento que se define como principal en una coyuntura concreta, y
que es el resultado inmediato y revelador de todas las contradicciones internas
que el proceso contiene. Por poner un ejemplo, que pueda servir como
ilustrativo, de este tipo de situaciones situaremos el momento concreto que se
determinó en Rusia previo al triunfo revolucionario de octubre y que tuvo lugar
en agosto de 1917, en la llamada “Korniloviada”: El general Kornilov, al mando
de un ejército contrarrevolucionario marchó hacia Petrogrado para derrocar al
gobierno provisional del social-revolucionario Kerensky. En ese momento
táctico, Lenin consideró a Kornilov como el peligro más grave. “La táctica debe ser flexible como un
espartillo sometido al fuerte viento de la estepa”. El gobierno sobrevivió
gracias a la vigorosa movilización de los obreros, soldados y marineros,
quienes, organizados por los bolcheviques, consiguieron desviar y bloquear los
trenes militares que marchaban con las tropas contrarrevolucionarias hacia la
capital.
La
lucha de clases puede en ocasiones variar de forma, aunque en sustancia siga
siendo la misma. Es por eso que, frente a la intentona golpista de Kornilov
(conocida también como “la korniloviada”), la táctica asumida por los
bolcheviques fue la de “apoyar
los fusiles sobre los hombros de Kerenski para disparar contra Kornilov… Luego
le ajustarían las cuentas también a Kerenski”. Así en el proceso
dialéctico de la lucha de clases la situación concreta puede ser el elemento
principal, de cuyo desenlace dependerá el desarrollo posterior. De tal manera
que si los bolcheviques no hubieran derrotado a las fuerzas kornilovistas (que
en esa situación concreta se convertían en el elemento movilizador principal y
decisivo de la burguesía rusa), planteando un amplio bloque práctico de fuerzas
revolucionarias, hubiera sido imposible el triunfo posterior del octubre
proletario y socialista. Lenin captó que en ese momento, agosto de 1917, las
contradicciones internas de la lucha de clases habían emergido en una
confrontación directa y abierta de dos campos; el kornilovista y el campo de la
unidad de acción revolucionaria.
Las
contradicciones internas del proceso revolucionario en Venezuela son profundas,
amplias y complejas. Necesitan de un riguroso estudio y análisis leninista de las
fuerzas sociales y económicas que intervienen, tanto internas como externas.
Necesitan de un partido revolucionario capaz de articular una táctica adecuada
a cada momento concreto, pero con la perspectiva estratégica del poder obrero y
popular y del derrocamiento del capitalismo rentista que el proceso bolivariano
aún no ha superado ni derrotado. Necesita de una organización revolucionaria
inserta plenamente en la clase obrera y las masas populares, inserta, por
tanto, en la lucha de clases. Ese es el esfuerzo que, sin duda, los camaradas
venezolanos están realizando. Pero, a ese esfuerzo vital de las fuerzas
marxista-leninistas, no ayuda en nada la posición de inhibición del KKE y el
PCM. Colocar los elementos de la diferenciación, de la división -insistiendo en
éstos-, cuando la dinámica de la lucha de clase conduce, justamente, en el
sentido contrario, es no comprender las necesidades tácticas que se derivan
precisamente de la dinámica de la lucha de clases en estos momentos de
agudización máxima. Es convertir al marxismo-leninismo en un recetario ajeno
por completo a las necesidades organizativas, de acumulación de fuerzas, como
elemento imprescindible en el proceso revolucionario. Cuando se pretende
convertir en el partido referente del movimiento comunista, una organización
leninista asume una gran responsabilidad; es imprescindible que dicha
organización actúe con un criterio científico, asumiendo, a través de un
análisis dialéctico y materialista, las necesidades tácticas y estratégicas en
cada momento. Dando orientaciones claras, y que ayuden a avanzar y fortalecer
el movimiento comunista, analizando, en base a la experiencia revolucionaria
cada momento concreto en el desarrollo de la lucha de clase en una situación
nacional o regional dada. Si, en cambio, se caracteriza por criterios
irresponsables como es favorecer, propiciar y fomentar fracciones y rupturas de
organizaciones leninistas, o como el caso de Venezuela, priorizar los elementos
de diferenciación en el análisis y la apreciación de las circunstancias,
elevando la teoría a mandamiento doctrinario sagrado y estático, deja de
cumplir el papel de referente coherente del movimiento comunista, sólo lo será
de los sectarios, de los que en nombre del marxismo-leninismo convierten a éste
en un texto descontextualizado, inerte, y ajeno, completamente a la lucha
revolucionaria de clase.
Los
y las comunistas, los obreros y obreras de Venezuela, necesitan hoy la
solidaridad internacionalista del movimiento comunista internacional. Necesitan
el apoyo y el aliento internacionalista de las organizaciones leninistas.
Porque en Venezuela se está jugando el momento trascendental que marcará la
inflexión en el desarrollo de la lucha de clase en América Latina; hoy, por
tanto, lo que necesitamos es organizaciones comunistas a la altura del momento
histórico, organizaciones que, en la práctica, posibiliten el avance en el
proceso revolucionario hacia el socialismo y el poder de la clase proletaria.
Organizaciones que comprendan que el momento exige pasos concretos en la
acumulación de fuerzas que hagan frente, con éxito, a la ofensiva imperialista
y fascista. Organizaciones que entiendan que la Declaración de Caracas, de
solidaridad con el pueblo trabajador de Venezuela, es la necesidad inmediata
que exige la lucha de clases en ese país hermano.