Algunos
datos de la actualidad económica nos permiten hacer una lectura de la realidad
del capitalismo español, en relación directa con el desarrollo de la crisis
capitalista que estalló en 2007, pasados diez años de esa fecha.
Diez
años marcados, en lo esencial, por una débil resistencia de la clase obrera,
especialmente de sus organizaciones sindicales, a las políticas que las fuerzas
del capital han aplicado para encaminar el rumbo de la economía a su favor, en
estas difíciles condiciones.
La masa salarial del total de trabajadoras
y trabajadores en el año 2016 sumó 250.349 millones. Lo que significa un
incremento de tan solo el 0,6% con respecto al mismo dato del año
2006. Las retribuciones de los altos cargos de las empresas, en ese mismo
período, subieron un 63,5%.
También
según datos del INE, el poder adquisitivo de los salarios entre los
años 2008 y 2014 ha caído un -9,2%.
Estos
diez años de crisis económica no han modificado la estructura
territorial del capital en España, ni tampoco la situación de la mujer
en el empleo. Según datos de 2014 el salario anual medio en España fue de
22.858,17 euros, pero su distribución es muy desigual, desde los 27.786
del País Vasco hasta los 19.180,6 de Extremadura. Y, en la brecha de
género, ese salario medio de 22.858,17 euros se concreta en un salario
medio para los hombres de 25.727,20, y un salario medio para
las mujeres de 19.744,80 euros.
Otro
dato más que ratifica la peor situación de la mujer en el empleo: en 2014 la
cifra de mujeres con trabajo a tiempo parcial era de 2.000.000,
mientras que el número de hombres que lo hacía en esas mismas condiciones era
de 620.000.
El
cuadro general -que se puede completar con otros datos pormenorizados, todos en
la misma línea-, se caracteriza por un crecimiento de los salarios más altos, y
un continuado recorte de los más bajos, y por un crecimiento de los salarios de
los mayores hombres frente al nuevo empleo juvenil y a la mujer. Los datos que
arrojan los valores medios no hacen más que ocultar esta realidad.
El
empobrecimiento de sectores cada día más amplios de la clase obrera es una
tendencia que se traslada a las condiciones de vida en los barrios
obreros, donde crecen la marginalización y la violencia, afectando
a un porcentaje cada vez mayor de familias obreras, especialmente a la
infancia.
Otras
características del empleo en España hoy, tienen que ver con los desarrollos
tecnológicos. Como consecuencia de los avances científicos, la inteligencia
artificial y la robótica, ahora el capital necesita una reducida cantidad
de trabajadores/as de muy alta cualificación que dominan esos procesos
tecnológicos avanzados (que obtienen unos salarios mejores) y una gran
cantidad de trabajadores/as a los cuales solo se les requiere habilidades muy
concretas, incluso rutinarias, que reciben salarios de miseria. El capital
no tiene salida para un excedente permanente de fuerza de trabajo que ni
siquiera es reclamado para el empleo. Pero es que el capital, por su misma
naturaleza, está imposibilitado para ofrecer proyecto social alguno que permita
a amplios sectores obreros la posibilidad de una superación en sus capacidades
personales, quedando así condenados como fuerza de trabajo de “bajo
precio” y sin posibilidades de promoción en toda su vida laboral.
Este
cuadro de la utilización de la fuerza de trabajo por el capitalismo
español se complementa con las políticas de violencia y guerra que
el capital necesita para tratar de revertir sus enormes dificultades en el
proceso de acumulación. Para mayor cinismo, parte del excedente de la fuerza de
trabajo joven es utilizada como carne de cañón en sus ejércitos
mercenarios.
Estas
consideraciones definen algunos de los rasgos esenciales de la lucha de clases
en España hoy.
El
futuro será en el sentido de la agudización de todas las tendencias más
negativas. La lógica interna del sistema está subordinada a leyes inexorables
que, todas ellas, refuerzan la posición de privilegio de la actual clase
dominante. No hay esperanza en el capitalismo para la clase obrera y
para el pueblo.
Estos
datos son el soporte de la acción política del PCPE.
Situar
en el centro de toda la actividad del Partido las luchas contra la situación de
explotación brutal de la clase obrera, junto a las luchas contra otras
violencias del sistema. Dando luchas concretas en cada agresión puntual, e
impulsando los Comités para la Unidad Obrera (CUO) como estrategia para
desarrollar la necesaria unidad de la clase.
Vincular
la explotación en el trabajo con la situación de las mujeres en el sistema
capitalista, su instrumentalización y su comercialización, en toda la
estructura social, como reproductoras y cuidadoras sometidas.
Organizar la
lucha de la clase obrera joven, que sufre unas condiciones particulares de
explotación, y que han de ser protagonistas de su propia emancipación de la
dominación capitalista.
Organizar
el frente de lucha contra la guerra imperialista con una
amplia concepción de masas, contra los gastos militares, por la salida de la
OTAN, por la no injerencia. Ello, vinculado a la solidaridad
internacionalista(internacionalismo proletario), como un frente
internacional de solidaridad obrera, que confronte con la violencia general del
imperialismo contra los pueblos.
En
todas estas luchas se pone a prueba la capacidad del Partido Comunista para
ganar los liderazgos que le permitan orientar el sentido de las mismas. Es
el Partido quien, si interviene bien, puede garantizar el papel
hegemónico de la clase obrera en todas ellas, así como la orientación
revolucionaria de la lucha general hacia la construcción de la sociedad
socialista.
La
tarea del PCPE es la de ocupar ese espacio en el día a día, y la de demostrar
su capacidad para conducir a la clase obrera a una mejor posición en
la correlación de fuerzas frente al capital que le permita organizar el
contraataque en el camino hacia la victoria. Para ello es determinante la
intervención de una militancia que, por su compromiso y por su altura
moral, es capaz de ganar la autoridad política necesaria frente a la clase
obrera. Todo bajo la guía del centralismo democrático.
Las
fuerzas del capital en España tienen que enfrentar sus propios problemas y,
entre ellos, la convocatoria del referéndum en Catalunya el 1 de
Octubre por parte de la Generalitat, como parte de su crisis
territorial. Sobre las dificultades de nuestro enemigo de clase hemos de
concretar los movimientos tácticos de la clase obrera, para golpearles
en sus dificultades.
Es
inevitable que las acciones terroristas del pasado 17 de agosto lancen sombras
de sospecha sobre la intervención de las cloacas del Estado. Todo vale
cuando el capital tiene problemas, siempre ha sido así en la historia. El
terrorismo es un instrumento del poder. En las disputas de los
capitalistas la clase obrera y el pueblo siempre ponen los muertos. Por
el cese inmediato de todas las guerras imperialistas.
Septiembre 2017