La Constitución de 1978 no es otra cosa que la norma rectora bajo cual se
legitimó la reconversión del capitalismo español, una vez agotada la forma
anterior de la dictadura del capital, bajo el criminal gobierno del fascista
Francisco Franco, sin depurar a sus brutales cuerpos represivos y tampoco las
responsabilidades políticas de ese largo período de terror en España.
Por ello no hay un camino democrático que pase por la reforma de esa
opresora Constitución, al servicio de la burguesía y de la usurpadora monarquía
borbónica. Juan Carlos I y Felipe VI han dado continuidad a la misma represión
violenta y criminal de Francisco Franco, con casi 150.000 personas
desaparecidas cuya recuperación se obstaculiza de todas las formas posibles.
Hoy, está agotada la alianza económica y política de las burguesías
periféricas y la oligarquía centralista –que en su día fue posible gracias a la
valiosa colaboración del tándem PCE/PSOE con los herederos del franquismo-, y
esa alianza necesita un relevo que responda a las actuales necesidades de la
oligarquía financiera que domina el gobierno central.
Ese bloque histórico, que recompuso su poder con la Constitución del 78, es
muy consciente de que la crisis estructural generalizada en la que está el
capitalismo español -de una forma particularmente intensa desde 2008-, requiere
de la adopción de urgentes medidas orientadas, en lo fundamental, a centralizar
todo el poder en cada vez menos manos. El capitalismo, en su última fase de
desarrollo –imperialismo-, sólo puede ofrecer a la clase obrera y al pueblo más
explotación y más violencia. La única prioridad de sus gobiernos (PP, PSOE,
PNV, PDECAT, CC, etc.) es garantizar la tasa de ganancia del gran capital, y
por ello todos ellos se ponen de acuerdo en la necesidad de arrasar con todos
nuestros derechos sociales, laborales y civiles.
La clase obrera, y los pueblos del Estado, nada podemos esperar en positivo
de una posible reforma constitucional. Pero, tampoco es posible un proceso
constituyente “progresista” articulado bajo sus reglas, y protagonizado por los
nuevos y viejos partidos del sistema. Bajo el paraguas
monárquico, de la UE y de la OTAN, los pueblos no podemos protagonizar ninguna
transformación conforme a nuestras necesidades e intereses; es hora de pensar
en un cambio total de las condiciones para la lucha política de clases.
TÚ DECIDES
Para ese cambio político es necesario poner en marcha un amplio proceso de
acumulación de fuerzas, que aporten sus diversas experiencias de trabajo y sus
capacidades, para defender con uñas y dientes cada uno de nuestros derechos. Y,
también, para trabajar con una agenda concreta que organice las luchas para
recuperar todo lo que es nuestro, y que nos ha sido robado a lo largo de tantos
años de permanentes ataques y constantes concesiones mediante el pacto social.
Nuestra responsabilidad es la de trabajar para formar un amplio frente de
lucha obrero y popular que sume las más diversas experiencias de resistencia.
Elevando el nivel político de todas ellas, y orientándolas hacia la confrontación
de clase entre quienes todo lo producimos y quienes se apropian de nuestro
trabajo. Luchemos, con determinación, por el poder obrero y por
el Socialismo.
Esas luchas se han de concretar en la unidad del bloque obrero y popular
contra las privatizaciones y los recortes, por la defensa de las pensiones
públicas, por la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía
(banca, energía, seguros, transportes…), en defensa de la soberanía alimentaria
contra los monopolios de la agroindustria, por el derecho a la
autodeterminación y por la República Socialista de carácter Confederal como
unión voluntaria de pueblos libres y soberanos, en contra de la OTAN y las
bases extranjeras, luchando frente a la UE y el euros, por la igualdad de las
mujeres trabajadoras y el fin del patriarcado, por el futuro de nuestra
juventud, … Así es como podremos alcanzar la victoria, y derrotar
definitivamente a los enemigos del pueblo y de la clase obrera.
Esa es nuestra apuesta este 6 de Diciembre. ¿TE UNES?