¡Ya está aquí San Valentín!
Otro año más, otra fiesta más, nos bombardean con miles de anuncios sexistas y
capitalistas que estereotipan y marcan el modelo de amor imperante y nuestra
forma de relacionarnos.
Continúan con este consumismo absurdo que desde los
anuncios publicitarios y las promociones lanzan de manera continua para
arrojarnos a comprar la misma mierda de siempre pero con forma de corazón y
teñido de rojo y rosa. Es la oportunidad perfecta para que ambos entresijos
tengan una celebración de sus más perturbadas combinaciones, su herramienta
perfecta de control y dominación: el amor romántico.
El
amor romántico es el que domina por defecto en nuestras relaciones ya que lo
hemos interiorizado desde bien peques, con películas (como Disney y sus
princesas), con canciones (que normalizan el maltrato, la violación o el
acoso), juegos, modelos previos en familiares, amistades, libros… actitudes
aceptadas para unos pero no para otras y al revés. Este amor se basa en la
posesión (¡como si fuésemos cosas!) de un ser por otro, la sumisión, la pérdida
de derechos, libertades y deberes, el menosprecio de los cuidados frente a la
sobrevaloración del dinero…
El
día de San Valentín es la excusa perfecta para que el amor romántico haga su
aparición por la puerta grande: ¿quieres a tu pareja? Pues cómprale unas joyas
brillantes o un perfume carísimo. Esas son las demostraciones de amor a las que
nos empuja el capitalismo: no a potenciar los cuidados entre personas y la
comunicación, si no que el regalo que hagas será directamente proporcional al
amor que sientas por esa persona y el que luego te devolverá. A la entrega de
aspectos materiales que se valoran por su precio, su relación con el lujo y la
exclusividad (aspectos que determina la ideología burguesa dominante), el
sexismo latente de estos presentes, el fomento de estereotipos y prejuicios
clasistas y machistas. Son aspectos que luego tienen una repercusión muy grande
en el concepto de relación entre los géneros y como se dan las relaciones de
poder y naturalización de la violencia dentro de estas, perpetuando así un amor
basado en lo material, en lo capital y dentro de los parámetros que el
patriarcado marca a cada sexo, sin cabida alguna para relaciones que rompan la
norma heterosexual o la familia nuclear.
El
amor se convierte así en una especie de moneda, que se transforma, pasando de
ser una necesidad a egoísmo afectivo, es decir, necesitas consumir para
sentirte amada y correspondida (capitalismo + amor romántico). Esta alianza
entre las dos estructuras (que mantienen la idea de que el amor está por encima
de todo y que es una especie de fuerza todopoderosa que hará que todo
cambie) hacen de esta fecha la celebración de los celos, el sentido de
propiedad sobre otra persona, la violencia física y psicológica (muchas veces
naturalizada) dentro de una relación, la cultura de la violación, la perpetuación
de comportamientos y actitudes limitantes y discriminatorios...
Es
lo que necesita la ideología dominante. Es una forma más que tiene la ideología
dominante de dividirnos, de controlarnos, de desorganizarnos, de ponernos en
conflicto continuo a hombres y mujeres... Así nos llenan de princesas, de
príncipes azules y amor eterno.